miércoles, 22 de agosto de 2018

Acerca de los Misterios de Isis y Osiris


El pueblo egipcio, a lo largo de su historia, estuvo profundamente interesado en la idea de la muerte y en la vida de ultratumba, lo cual desembocó en una abundante literatura funeraria que hay que conocer, aunque sea someramente, para valorar el conocido como “Libro de los Muertos”, aunque su auténtico nombre es "Libro del Amanecer a un Nuevo Día", donde se recogen las peticiones y súplicas que los difuntos llevaban consigo en su viaje post-mortem, ya que entre los egipcios de los tiempos más antiguos existía la firme creencia en una vida ultra terrena.

En realidad es esta una creencia compartida con los babilonios, fenicios, etruscos, íberos y en realidad en todos pueblos y civilizaciones de la Antigüedad, y todo ello se constata, por ejemplo, cuando observamos la presencia de ajuares en las tumbas.

Desde los tiempos más remotos las ideas egipcias relacionadas con el más allá se vincularon con los ritos agrarios, y más específicamente con la diosa madre y con Osiris, es decir con un hombre que muere, e integrado en la tierra, renace como dios para luego ser aquel intermediario que enseñó a los egipcios tanto la agricultura como las leyes para regular su cultura, comenzando por la creación de la familia.

Osiris, como hombre, se desmiembra en la tumba mientras su akh, su espíritu, se eleva y se incorpora al resto de dioses del panteón egipcio. El ritual iniciático de este culto recoge que es Isis quien logra recomponer al cuerpo de Osiris, que se había dirigido en súplica a Ra, el dios creador, el cual atendió su demanda. Y esto se refleja en que entre la II y V Dinastías, Ra, como dios solar, queda integrado en el desarrollo del culto a Osiris.

Tal y como lo narra Plutarco en su tratado sobre Isis y Osiris, dicho ritual se centra en el momento en que Isis, "ayudada por Thot y Anubis, vuelve a Osiris a la vida”. En este sentido debemos recordar de nuevo que:

“Los egipcios llamaron Thot a la entidad iniciadora que transmitió las enseñanzas eternas a sus hierofantes, alquimistas, matemáticos y constructores, que con el auxilio de complejos rituales cosmogónicos emprendieron la aventura de atravesar las aguas que conducen a la patria de los inmortales”[1].

Para los egipcios Osiris era el faraón fallecido y Horus el nuevo faraón.
En cuanto a Anubis, debemos vincularlo tanto con Horus como con Isis, pues se le ha considerado hijo de esta y Osiris. Anubis tiene por misión ayudar a Thot a pesar las almas que pretenden pasar al otro lado del río de la vida. Sobre este asunto nos dice Federico González:

“Debe tenerse cuidado en ir muy liviano a la muerte pues en uno de los platillos de la balanza de esta ceremonia post-mortem había una pluma”[2].

Uno de esos textos sagrados resume estos misterios. Dice así:

“Si vivo, como si muero, yo soy Osiris. Penetro en ti reaparezco a través de ti; desfallezco en ti…, los dioses viven en mí, porque yo vivo y crezco en el grano que sustenta. Yo cubro la tierra; si vivo, como si muero, soy cebada; no se me puede destruir. Yo he penetrado el orden…He sido señor del orden y emerjo en el orden”.
Mª Ángeles Díaz
***
[1] La cita es de Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha, de Federico González y colaboradores. Revista Symbolos Nº 25-26, acápite "Tradición Hermética". PDF con el Programa, en Internet.

[2] Federico González Frías. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. También en Internet y Amazon.

[3] La imagen de arriba es uno de los dibujos que Champollion realizó de los jeroglíficos que encontró en sus visitas a las tumbas egipcias.

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