"Cabe preguntarse qué podía llevar a alguien a emprender la
búsqueda del Grial en el siglo XII, cuando había por doquier pequeñas iglesias
en las que cada mañana se celebraba misa, el mismísimo Cristo estaba sobre el
altar y uno recibía la comunión. La respuesta es que el sacerdote había sido
ordenado por un sacramento y que cualquiera que se limitase a seguir los rituales
rutinarios era apto para recibir la hostia y podía llegar al cielo confesándose
como correspondía, haciendo acto de contrición, etcétera. ¿Qué tiene que ver todo
esto con el desarrollo del carácter, con llevar una conducta íntegra en la vida,
con alumbrar las propias posibilidades y volverlas gloriosas en el mundo? Nada.
El héroe del Grial debe obtener este resultado mediante el carácter, mediante la integridad del carácter, y el clero nada tiene que ver en todo ese proceso. El Grial no se encuentra en una iglesia, sino en un castillo.
El guardián del Grial es un rey, no un clérigo. El portador del Grial es una mujer, la doncella del Grial , y la acompañan otras doncellas cuya virtud debe ser absolutamente pura. Dicho de otro modo, todo esto supone un desafío para la Iglesia del siglo XII, y así entendido, de manera que cuando se instituyó la Inquisición a principios del siglo XIII, los relatos artúricos quedaron durante un tiempo relegados al silencio". Joseph Cambell. La Historia del Grial.
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